¿Qué me ha dejado todo esto?

Recuerdo que al tener conocimiento de la Masonería femenina lo primero que pensé fue en una institución de crecimiento intelectual donde sólo se discutían temas científicos, eso llamaba mucho mi atención y fue gran parte de mi motivación a asistir a las primeras reuniones de sensibilización, pues para entonces yo, desde la vida profana, creía que esos eran los únicos temas importantes en la vida, luego de iniciarme y en el transcurso de mi grado de Aprendiza me he dado cuenta que no es sólo eso, es también el compromiso de pertenecer a una gran familia universal, con deberes y derechos sagrados, así como también la internalización valores tanto espirituales como morales que me han permitido conducirme en los diferentes ámbitos de mi vida cotidiana, mejorando cada día mi condición humana, identificándome con mis semejantes y actuando en consecuencia de ello.

Creo particularmente que este grado me ha ayudado a analizar más las cosas y verlas desde otros puntos de vista, generalmente los seres humanos nos creemos poseedores de la verdad absoluta y no tomamos en cuenta que existen otras realidades diferentes a las nuestras, realidades tangibles e intangibles pero que de alguna manera también nos afectan e inciden en nuestro comportamiento. Con este grado he conocido otros lados de la misma verdad, el conocimiento intelectual ha sido muy importante pues he descubierto diferentes teorías sobre un mismo tema y eso me ha servido para tomar lo que yo considero mejor de cada una y adaptarlas a mi realidad personal, logrando así un crecimiento espiritual y de alguna manera del religioso, pues más allá de caer en la tónica errónea de pensar que la Masonería es una religión me ha ayudado a buscar y conectarme con el lado espiritual con el que nacemos todos los seres humanos y proyectarlo de manera apropiada a mi contexto.

Considero que en este tiempo he aprendido a ser una persona más prudente, valorando el acto permanecer callada ante situaciones adversas donde creo tener la razón, sin embargo, el silencio es algo que he aprendido a valorar y poner en práctica en mi vida, pues las ideas de mis semejantes son tan importantes como las mías y es por ello que debo escucharlas y respetarles así no esté de acuerdo con ellas, bien lo dijo el político y pacifista francés Georges Clemenceau "Manejar el silencio es más difícil que manejar la palabra." De la misma manera que valoro el silencio me siento más dispuesta a reconocer e identificar mis errores y cambiar las actitudes negativas en mi persona o en mi comportamiento, sin embargo, también sé que eso no es algo definitivo, pues en el transcurso de la vida vamos adquiriendo conocimientos gradualmente, conocimientos que nos permiten seguir adelante y lograr otros conocimientos aún más complejos.

Creo también que a la par de todo el conocimiento tanto espiritual como científico adquirido, algo que le agradezco enormemente a este grado es haberme permitido es conocer a mujeres y hombres ejemplares y maravillosos, pero especialmente mujeres, mujeres de temple que a través de los obstáculos han sabido quedarse de pie y que con cuya cordura y conocimientos siempre están dispuestas a compartirlos y que más allá de ser buenas amigas tengo el honor de llamarlas Hermanas\


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