Desde algún tiempo para acá
he empezado a creer que vivo en el país del mono, me explico.
La Real Academia Española nunca falla, estipula,
entre algunas otras definiciones que mono se refiere a: 'único' o 'uno solo'.
Desde
el colegio nos enseñaron que Venezuela es un país monoexportador
y monoproductor de petróleo… y que aparentemente
no sabemos producir otra cosa. También nos enseñaron que somos un país en vías de
desarrollo, pero a estas alturas, con una inflación que supera los dos dígitos
sabemos que es mentira. Unido a esto, y para hacerlo aún más local, en la
ciudad donde vivo, “mono” le dicen a las deudas. Es común escuchar decir: “Fulanito
tiene un mono en el condominio”. Con una
deuda externa que supera los $36,1 millardos creo que ya saben a lo que me
refiero.
En la actualidad, a un
político gobiernero venezolano se le tilda de mono,
pero con eso no me voy a meter.
Me
gustaría más que en vez de vernos como monos, los
unos a los otros, empecemos a vernos como polis, sí, así como las polis griegas; Estados
autónomos constituidos por una ciudad y un pequeño territorio, donde se dividían
las labores y tenían conocimientos de sus deberes y derechos. Aunque por ahí
dicen que aunque la mona se vista de seda, mona se queda.
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