Ahora tengo 26 años, estoy metida en esto de “trabajar” desde los 18, en aquel entonces era asistente de investigación de la universidad y productora de un programa de radio. La vida parecía sencilla, parecía ser eso que decía en clase el profesor Ángel R Lombardi “haz lo que quieras y que te paguen por ello”.
Tiempo después, con dos carreras a hombros y luego de varias idas y venidas, he aprendido que no necesariamente hay que hacer “lo que a uno le gusta”. Debe agradarte lo que haces, obvio, pero también hay que aprender que no todo es fácil y que a veces uno se encuentra con gente no muy dada a colaborar con la causa del aprendizaje. Eventualmente le agarras cariño a lo que haces, le das la vuelta, haces algo supercreativo que es tuyo y le agarras todo el cariño del mundo
He trabajado en agencias de publicidad, en las que he aprendido muchas cosas, con jefes simpáticos y en las que ganado algunos amigos. También he estado en organizaciones educativas donde más allá de los problemas internos que tuvieran estas, podía enseñar, algo que me gusta muchísimo.
Recientemente estuve trabajando en una institución educativa, en la que no estaba ejerciendo como profesora sino como supervisora de profesores (kind of). Los problemas internos eran (¿Son?) innumerables, sin embargo, como en todos lados había gente que le echaba pichón para hacer bien su trabajo.
Personalmente tuve una experiencia muy mala, tan mala que ni la coloco en el CV. Es de esas empresas que te descuentan beneficios laborales que no pagan, que te hacen ir a trabajar los sábados a pesar de que no lo estipule el contrato, te lo pasan por escrito como si fuera obligatorio y como si fuera poco no te lo pagan. No se le ve el queso a la tostada.
Es de esas empresas donde un día, con amenazas de bombas suspendieron actividades, y no nos avisaron ni a mi jefa ni a mí, al salir a las 9:00 pm; como lo estipulaba mi horario, todo cerrado a oscuras. Se habían ido por las amenazas, no nos avisaron y nos dejaron ahí, después como un sábado no pude ir por compromisos personales previos me dijeron “es mejor que renuncies porque no tienes compromiso con la institución”.
Entonces claro, ellos se van, me dejan a oscuras y casi encerrada por una amenazas de bombas pero yo soy la que no tiene compromiso con la institución. Ustedes me dirán.
Sin decir todo lo que se tardaron para pagarme la liquidación y tampoco agregando el poco conocimiento que tienen sobre gestión de comunidades virtuales, al pedirme, elegantemente, eso sí, que eliminara el tuít donde pedí mi liquidación (después de 28 días esperando, varias llamadas con respuestas escuetas) Entendí que es la gente que le vida a las instituciones la que hace que esto ocurra de esta manera. Gente que a veces no está preparada para el cargo, o gente que como tiene mucho tiempo haciendo lo mismo creen que lo están haciendo bien. No es así siempre.
En base a este cúmulo de cortas pero muy personales experiencias saco varias conclusiones que quiero compartir:
- Ecosistema: Como dice Mark Andersen en su libro: I Got The Job! 8 Steps to Get Hired in 2013, las compañías son ecosistemas, “piensa en este nuevo ecosistema como un cuerpo, un sistema que interactúa con otras varias partes e interconecta gente”. Así que bueno, sin pretender ser muy científica, los ecosistemas están formados por organismos vivos que se relacionan con el mundo físico. Este ecosistema hay que cuidarlo para que no se contamine, sino el estar al menos 8 horas al día te producirá mucho stress. Aparta de este ecosistema todo lo que consideres dañino.
- Feudalismo: aunque parezca un poco rara la comparación, hay jefes feudalistas, entiéndase, esos jefes que creen que los trabajadores les pertenecen. Uno puede sentir un gran cariño y hasta admiración por el sitio donde trabaja pero hay ciertos límites. Siempre he pensado: El buen ambiente de trabajo no paga las cuentas. Y aunque parezca un poco egocéntrico hay que aprender a desmarcar conceptos, puedes querer a tus jefes, puedes tener ciertas facilidades pero si la empresa no te da beneficios más allá del 15 y último y tampoco tienes posibilidades para crecer dentro de ella, tal vez esa empresa no te conviene.
- Tecnología: Independientemente del campo donde uno trabaje, la tecnología estará allí. Suena cliché, pero es en serio y hay algunos jefes que no se han dado cuenta. En una deplorable experiencia que tuve en una institución educativa me llamaron una vez la atención “por usar mucho el Twitter”. Mi primera impresión fue que no habían leído mi CV, donde se especifica que además de docente soy Social Media Manager. Tal como lo relata en su libro Erik Qualman, Socialnomics: How Social Media Transforms the Way We Live and Do Business, son necesarios al menos 30 minutos de descanso para que el trabajador pueda relacionarse, en este caso, a través de las redes sociales y esto incidiría positivamente en su productividad. Como diría el honorable tío Ben “un gran poder trae una gran responsabilidad” No es que vamos a pasar toda nuestra jornada laboral manguareando en internet, pero prohibir su uso del todo no es una solución.
Todo esto me lleva a pensar que el trabajo soñado tal vez no existe, uno se lo hace… o al menos lo intenta. Actualmente trabajo freelance, desde mi casa, y a pesar de que mis padres aún no entiendan muy bien de qué se trata y por qué me acuesto a dormir tan tarde o qué es eso que tanto hago “en el internet” me ayuda a pagar algunas de mis cuentas y sobre todas las cosas, hago lo que más me gusta.
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