No sé si soy yo

Era un día feriado, fuimos al cine. Una de las pocas cosas “seguras” que puede hacerse, aún, en este país. Celebrábamos el primer año. Toda una proeza. Nos decidimos por Percy Jackson, es algo así como mi Harry Potter. Me parece que esa película tiene una manera fantabulosa de presentar la mitología grecorromana.


Al salir, hay que pagar estacionamiento, por supuesto, hay que hacer fila.

Justo cuando solo había una sola persona por delante se acerca una mujer embarazada, ropa ajustada, pantalón colorido, se coloca justo al lado de la persona que está pagando y al terminar este, sin mediar palabra se mete a pagar su ticket. No se molestó en mirar.
Al retirarse, yo le dije: “permiso… gracias…”. Metros más adelante la mujer se voltea vociferando y agitando las manos. La esperaba un hombre, que aparentemente no tuvo la delicadeza de hacer la fila para pagar el ticket y la usó a ella para hacerlo. La mujer me seguía mirando con desprecio. Una voz en mi cabeza me dijo “no digas nada”.

Esa es la Venezuela de todos los días, mujeres como esta que no son capaces de pedir permiso o por favor, sino que se aprovechan de la ocasión para pasar por encima de los derechos de los demás. Cualquiera tiene una excusa perfecta para no hacer una fila, no tomar un número o adelantarse en el semáforo…

Minutos más tarde pensé, que bueno que no me dijo nada. Soy capaz de preguntarle desde si tiene problemas de comunicación hasta si así enseñará al hijo que está por traer al mundo a seguir degradando esta sociedad. 

No sé si soy yo, pero creo que la cosa está peor de lo que imaginamos, y no es solo por política, está en el ego de cada uno de nosotros. Axel Capriles tiene razón.


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