Siempre me ha llamado la atención el hecho de tener una mascota, mis encuentros con tales ha sido de lejos o cortos, o ambos… el recuerdo más lejano que tengo es de un pollito, se lo regalaron a mi mamá una vez que hizo una compra, yo estaba muy emocionada y le coloqué por nombre “Pio Pio”, sí, nunca me he destacado por ser original en los nombres, lo siento. Recuerdo que lo montaba en un carrito y lo “paseaba” por todo el apartamento, sin embargo, el pobre Pio Pio no tuvo un buen final, mi mamá, harta de que yo la llamara a la oficina para decirle “mami, el pollito tiene diarrea”, le dijo a mi papá que se lo llevara a la hacienda donde trabajaba, no recuerdo cuando se lo llevaron. No lo vi más.
Luego llegó a la casa Lorin, una lora muy elitesca, no hablaba, lo cual resultaba muy conveniente viviendo en apartamento, le gustaban las panquecas para el desayuno, sin embargo, apareció en una época de mi vida en la que yo no le daba ni cuarto de bolilla a nada, así que mi mayor contacto con ella era cuando le llevaba cualquier lápiz y la veía destrozarlo con su pico, recuerdo que me impresionaba muchísimo. Ella duró como dos años acá, al final mamá se harto de ser Mamá Lora y también se la llevaron, esta vez a la granja de papá. Ella sigue allá, está contenta, aún sin hablar.
Al mismo tiempo que Lorin, por aquí aterrizó Sr. Conejo (una vez más mi creatividad no surgió), un conejo que me “gané” en una rifa en programa de radio del que después fui Productora, fue todo un suceso. A mi papá de una vez le pareció conveniente llevárselo a su granja, mi contacto con Sr. Conejo no fue mayor a unas pocas horas.
Fue hasta hace unos días que a papá se le perdió un perro de la granja, y pues empezó la búsqueda de su reemplazo, el amigo de un vecino le regaló uno, de nombre Toto, muy lindo y grande, ya se lo llevaron y está muy contento.
En la búsqueda, también apareció Lassie, una media Husky siberiano de apenas un mes, muy linda, nos la regaló Suhey, novia de mi primo Héctor E. Fuimos a buscarla y fue amor a primera vista, es bellísima y cariñosa. De camino a casa fue difícil controlarla porque no le gusta el encierro de la caja, una vez en el apartamento empezó a explorarlo tal cual niño aprendiendo a gatear. Le dimos de comer y jugamos con ella, fue tanta la impresión de ella en mi que pasé la noche con ella en la sala para que no durmiera sola.
Esa noche estaba chateando con JL, a quien le comenté el acontecimiento, pues dormir en la sala no es algo que acostumbre, no lo he hecho ni por mi madre, y eso es bastante decir. Él me dijo: “vos sabéis q los seres humanos se definen mejor (a vcs) por cómo tratan a los animales ¿Sabías?, conclusión, los astros dicen q a pesar de tu imagen dura sois un pan”
Me causó gracia, y pensándolo bien el tener una mascota tal vez te hace más humano en ciertos aspectos. A la mañana siguiente Lassie fue llevada a la granja, se me salió una lagrima, pues a pesar de dormir en el mueble pasamos gran parte de la noche jugando y durmiendo ¿qué más se le puede pedir a la vida?
El vivir en un espacio reducido siempre me ha limitado para tener una mascota, parto del punto que si yo me siento encerrada más se sentirá el/ella, y más que este no es su hábitat natural.
Creo que cuando tenga hijos les dejaré tener una mascota, así sea un pez, el tener una mascota construye hábitos de conducta y desarrolla bonitos sentimientos. Todos deberíamos tener una.
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